Relaciones sanas en el siglo XXI

Relaciones sanas en el siglo XXI

Te proponemos claves para un «Sí, quiero» basado en la autoestima, la libertad y la comunicación

 

Desde pequeñxs nos han contado historias de amor que no tienen nada que ver con la realidad en la que vivimos y nos han hecho creer en una visión del amor con una única vía posible: el amor romántico, una idealización y construcción social creada a mitades del siglo XVIII en Europa por la élite de la poesía, el arte y la filosofía (el movimiento cultural del romanticismo), y explotada por la industria de cine. Un concepto que ha llegado hasta nuestros días y nos ha inculcado muchas falsedades y mentiras: que si somos medias naranjas, que si somos princesas o príncipes azules, que si lxs que se pelean se desean, que si el amor verdadero acabará con nuestra soledad, que si tenemos que perder nuestras libertades en favor de un proyecto único que dure para siempre, que si el amor todo lo cura, que si nuestra pareja tiene que ser nuestra alma gemela, nuestrx guía espiritual, nuestro todo. Pone un poco de presión ¿no? 

Ha llegado el momento de poner el freno de mano y darnos cuenta de que estamos en el siglo XXI, de que tenemos que dar un paso al frente y olvidarnos de estas historias que nos han contado y cegado durante tanto tiempo. ¿Por qué no reinventamos un nuevo concepto de amor más acorde a nuestros tiempos? Un amor confluente, consciente y compañero, un amor donde cada persona pueda decidir a quién quiere y cómo lo quiere. Donde lo importante no es el “para siempre ”, sino el respeto, el buen trato, la honestidad, la generosidad, el cariño, o simplemente pequeños gestos cotidianos. En el que encontramos un espacio para el egoísmo de poder ser quien queramos ser junto a la persona que escojamos querer. Hay que decirle a Britney que estaba muy equivocada con su canción Toxic: no queremos ni necesitamos relaciones tóxicas ni adictivas. Queremos relaciones sanas, que nos permitan ser libres y disfrutar de las ganas de estar juntxs en el aquí y el ahora. 

Sabemos que este cambio de chip requiere un gran trabajo, pero te aseguramos que la vía sana es la que más frutos da. Rompamos con los mitos asociados al amor romántico y redefinamos el “Sí, quiero” con 4 conceptos básicos para construir relaciones más sanas:

Sí, quiero quererme

Cuando hablamos de relaciones sanas, nos referimos a relaciones simétricas, donde las dos personas (o más, en el caso de las relaciones no monógamas) están al mismo nivel, y el amor hacia la otra se distribuye por igual. Aunque suene a tópico, es muy importante estar bien con unx mismx y quererse para no depender del amor del resto. Muchas veces tus propias inseguridades, y por tanto la falta de autoestima, te pueden jugar una mala pasada en la relación. El quererse no pasa por lo que te quiera la otra persona. De ser así, se genera una relación de dependencia y de necesidad de la pareja.

Que se te quede grabado: siempre debes amarte a ti mismx en primer lugar. Esta regla se aplica a todo tipo de personas, independientemente de su género, orientación sexual o estado civil. La relación que tienes contigo mismx es la única que realmente va a durar para siempre. Así que más te vale serte fiel, cuidarte y respetarte hasta el final de tus días, y ten en cuenta que priorizar tu bienestar en detrimento de una relación amorosa no conveniente no es un acto egoísta. Como dice Samantha en Sexo en Nueva York cuando deja a su novio Smith: “Te amo… pero me amo más a mí misma”.

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Sí, quiero libertad

Para construir una relación saludable es importante que esté construida a partir de tus deseos y los de tus parejas. De lo contrario, podría darse una relación en desequilibrio y que haya una persona que decida por el resto. Amar debería ser un viaje compartido, que no suponga perder nuestra personalidad, nuestros sueños ni la libertad de ser como somos. Hay que tener una cosa clara: nadie pertenece a nadie. 

Una de las causas de nuestras inseguridades es el tipo de relaciones que mantenemos, que se pueden manifestar con pensamientos tipo: “No sé dónde va ni en qué punto está la relación”, “No estamos en el mismo punto y hay un desequilibrio”, “Es un tipo de relación que no me hace sentir cómodx”. Hoy en día intentamos deshacer el hecho de poner etiquetas en nuestras relaciones, y eso está genial si ambxs están de acuerdo. Ahora bien, es importante hablar de lo que se tiene y tener claro que entienden la relación, sea del tipo que sea, por igual y que se sienten a gusto con ella.

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Sí, quiero comunicación

Tu pareja no tiene una bola mágica de cristal para leer tus pensamientos. No sabrá lo que tú deseas y quieres de la relación si tú no se lo dices. Una relación  se construye comunicando tus deseos, prioridades y manías, y que la otra persona haga lo mismo. Esa es la base para no entrar en conflictos de “expectativas vs. realidad”. ¿Qué quiero yo?, ¿qué quieres tú?, ¿podemos encontrar un punto en el que lxs dos estemos a gusto? De no ser así, ¿cómo lo gestionamos?

Pero la comunicación va más allá, no se trata solo de utilizarla para dejar claro en qué punto nos encontramos y qué tipo de relación queremos. También es necesaria en el día a día, y es muy importante la manera de expresarnos y cómo hablamos a nuestra pareja, aprender a defender nuestros derechos y respetar los del resto. La sinceridad es muy importante, pero cuidado con el sincericidio de decir todo lo que piensas sin ningún filtro puede ser muy hiriente. :  La mejor manera de expresar lo que sientes es a través de la empatía y utilizando una comunicación asertiva: expresar de forma clara y eficaz lo que pensamos y sentimos sin ofender a la otra persona. 

El lenguaje es poderoso y tiene muchísima más importancia de la que creemos. La utilización de las palabras adecuadas y la expresión clara de tus sentimientos tiene que ser tu nuevo súper poder. 

¿Por qué no pruebas a poner en práctica estos cambios con estos ejemplos?

Frase disruptiva Frase asertiva
¿Se puede saber por qué no me has dicho que no vendrías directamente a casa después del trabajo? Cuando sales de trabajar y no vuelves porque te ha salido un imprevisto, yo me siento abandonadx y siento celos. Me gustaría que la próxima vez me enviaras un mensaje para avisarme y quedarme tranquilx.
Si siento celos es porque te quiero. Te quiero y me siento insegurx cuando creo que puedo perderte, ayúdame a trabajarlo.
Te necesito para vivir. Prefiero vivir contigo porque me haces feliz.
¿Por qué te pones así de simpáticx con esa persona? ¿Te gusta más que yo? Cuanto te veo tan a gusto con otra persona siento que me encantaría que estuvieses así conmigo.
Lo eres todo para mí. Eres muy importante en mi vida.
Sin ti no soy nada. Contigo soy mejor, me gustaría conservar nuestra relación mucho tiempo.
¿Por qué me mientes? Siento que hay algo que no me cuentas, estoy dispuestx a escuchar lo que me quieras decir. La sinceridad es muy importante para mí.

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Sí, quiero confianza

Y no a los celos. Los celos están profundamente ligados a sentimientos de posesión, control, inseguridad y desconfianza. Sorprende que conceptos como el de respeto, igualdad, libertad, apoyo y ayuda mutua no aparezcan en el primer lugar de las prioridades de una relación de pareja.

Sentir celos no es una demostración de que realmente te importa o le importas a otra persona. El amor se puede demostrar y sentir de muchísimas maneras, pero ninguna de ellas debería ser con posesión. Se puede decir más alto pero no más claro: ¡nada de normalizar los celos!

La confianza durante una relación es uno de los pilares fundamentales. Una mala gestión de los celos puede tender a derivar en una relación tóxica o dificultades en la pareja, y sentirlos se traduce en desconfianza, ya sea en la pareja o en unx mismx. Ante cualquier duda o sentimiento contradictorio, la conversación es la primera herramienta a la que debemos acudir.

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En definitiva, agarrarse al amor romántico es renunciar a ser unx mismx en función de un ideal obsoleto. Citando a Carol Herrera: “En un mundo en el que la gente está presa del miedo y el odio, amarse es una forma de resistencia frente a la barbarie”. Así que amémonos mucho, pero amémonos bien desde la confianza, la comunicación y la libertad.  

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